Skip to main content

Correr a toda velocidad, haciendo varias cosas a la vez y prestando atención a toda pantalla abierta a nuestro alcance, muchas veces nos hace pensarnos super productivos y eficientes. Esta situación, en realidad no solo atenta a nuestra productividad, es frecuentemente causal de stress que en algunos casos deriva en peores enfermedades. El problema es no poder estar realmente presentes, y ocurre al apuntar nuestra atención en múltiples direcciones (multitasking), y así es como nuestras emociones se reparten entre pasado y futuro, navegando sin darnos cuenta, entre ansiedades, miedos y angustias.

 

Vivir en el presente

Se trata entonces de lograr conectarnos con lo que estamos haciendo de manera exclusiva, de hacer las cosas de una a la vez, tarea no fácil entre tanto estímulo a cada vez mayor velocidad. Son el cuerpo y la respiración quienes guardan la capacidad de ponernos en el momento presente. No podemos respirar en pasado o en futuro, y nuestro cuerpo no puede tampoco viajar en el tiempo. 

Existen disciplinas probadas que sirven para hacerle frente a esta problemática. Las más recurrentes son el Yoga, la Meditación, y el ahora cada vez más popular Mindfulness, una disciplina meditativa que ayuda en educar la mente a vivir el presente, sin juicio y con absoluta aceptación.

En cada espacio donde trabajo, invito a realizar algunas actividades vinculadas al Mindfulness, y que sirven como herramienta de conexión al presente, poner foco, y reducir riesgos de stress. Si bien lo recomendable es la práctica disciplinada de las herramientas mencionadas, podemos recurrir a elementos cotidianos que nos ayuden en la aventura de descubrir y vivir el presente, soltar el multitasking y conectarnos con lo que estamos haciendo en el momento, una práctica para llevarla a cualquier ámbito. Veamos algunos:

Respiración: solo 5 ó 10 minutos en tu oficina o el lugar donde estés, cerrando los ojos y conectándote con tu respiración. Sin querer modificarla ni alterarla, sólo poner atención en su temperatura cuando inhalamos y exhalamos. Su sonido, su frecuencia y su recorrido por el cuerpo.

Cuerpo: sentado en una posición que no incomode, registrar cada extremidad de tu cuerpo, su temperatura, su peso, recorrerlo con curiosidad, aceptandolo este como este.

Cuando comemos: de manera pausada observar los colores de los alimentos. Poner atención en sus aromas y temperaturas. Al ingerir, de nuevo en forma pausada, descubrir las texturas y los sabores. Sin querer modificar ni alterar nada de la experiencia, simplemente aceptando.

Cuando nos movemos: si te toca caminar, hacerlo en forma presente. Poniendo atención en el peso de tu cuerpo, la planta de tus pies, tu respiración. En un auto o una bicicleta, conectándote con el entorno, visualmente, desde los olores y las temperaturas. Con paciencia y presente.

Antes de comenzar, creo importante compartirles algunas recomendaciones:

  • Apagar el celular y cualquier amenaza de distracción.
  • Avisar al entorno, si lo hay, que no estarás disponible por unos minutos.
  • Amigarse con lo que se experimente, aceptando sin juzgar. Es probable que tu propia mente te invite a irte hacia otro lado, si eso ocurre, solo tener paciencia y buen sentido del humor, para ante la interrupción, aceptar, soltar y continuar.

Bien, ahora sí, solo queda animarse. Buena suerte en el recorrido que elijas!

Leave a Reply

Close Menu

Newsletter