Cambia nuestro cuerpo, nuestras emociones, nuestra forma de pensar. Las experiencias, los hitos, buenos o malos, nos modifican escenarios. Aunque no nos demos cuenta, nos la pasamos pivotando. Aparecen nuevas herramientas, otros caminos, y surge la necesidad de soltar viejas formas, que ya pueden resultar obsoletas.
Es que el cambio constante es una condición humana, una condición de la naturaleza misma. Pero también lo es la resistencia que le damos, la que opera desde nuestras emociones en un intento permanente de buscar control y seguridad.
Cambio
Más allá de nuestro consentimiento el cambio es permanente, ante hechos y situaciones que podemos registrar o no, y nosotros siempre vamos andando mientras sucede.
Te propongo mirar un poco para atrás. Recordá algún hito o suceso que hayas vivido, busca identificar cómo te empujó de un escenario habitual a uno nuevo. ¿Qué cambios provocó en tu vida?
Sucede todo el tiempo. Es como saltar de una baldosa firme y conocida, a una nueva, completamente distinta, que de entrada parece floja e inestable. A veces ese hito viene corpulento, ruidoso, sacude con fuerza, y quizás la metáfora de la baldosa queda chica. Más bien lo que hacemos es cambiar completamente de cancha, y salimos a jugar con ojos tapados, en un terreno que era un supuesto conocido. En estos casos estamos hablando de cambios grandes, el
CAOS
Pensá en lo que sucede en estos días. Un virus que supuestamente operaba allá lejos en China, nos puso a todos en una película de ciencia ficción. Calles vacías, persianas bajas, barbijos “tuneados” y cumpleaños por computadora ya son parte nuestra. Mucho de lo que sabemos hacer no tiene valor en estos días.
El caos, viene de una forma que nunca reconocemos. Es lo desconocido, lo nuevo. Tiene como habilidad suprema desnudar nuestra vulnerabilidad. Tenemos todo muy claro dentro de un marco de costumbres y normas y rutinas, en canchas donde las cosas nos salen bien, y de repente… el vacío…la nada misma, lo totalmente incompleto, y nosotros solos, vulnerables.
Lo que no sabemos es que la vulnerabilidad es un estado permanente. Convivimos con los cambios y con el caos todo el tiempo.
Adaptación
La vulnerabilidad es una condición, pero también hay buenas noticias: la capacidad de adaptación también viene en el combo, desde el mismo día en que nacemos.
Como otros sistemas de la naturaleza, nos adaptamos gracias a la gran capacidad de cambiar. Permanentemente buscamos nuevos mecanismos para protegernos e intentar controlar.
Pensemos en las plantas, que trepan y avanzan sobre las paredes o piedras que les ponemos. Las podamos, pero siempre buscan un nuevo camino. Insistentes, y con la sabiduría propia de la naturaleza, avanzan hasta encontrar su equilibrio justo. Los seres humanos hacemos lo mismo. Nos adaptamos buscando el equilibrio que nos permita sobrevivir.
Evolución
No se trata de si cambiamos o no, eso sucede inevitablemente. Es supervivencia. Si no lo hacemos, al igual que la naturaleza misma, nos quedamos en el camino. Es una condición para vivir.
Si decimos que el cambio es una condición de la vida, el desafío entonces es cómo nos relacionamos con él. Me gusta pensar en dos caminos, uno es el del cambio por naturaleza, el que te permite sobrevivir, simplemente estar, es el cambio para la adaptación. El otro cambio, es un desafío que va más allá de sobrevivir, es el cambio para la evolución. Somos seres emocionales, y posiblemente con sólo sobrevivir no alcanza. Se nos ponen otras cosas en juego.
Adueñarse de nuestros propios cambios, los de nuestra vida ¿no es una buena propuesta?
Evolución tiene que ver con cambiar desde la toma de decisiones, del diseño de caminos. Es tomar la iniciativa sin ningún temor, tomar la delantera para luego encontrar el propio equilibrio. Es animarse. Explorar y adelantarse, con la actitud del aprendizaje como bandera. Quien lo vea de esta manera puede ser dueño de su propio destino, y mientras que lo sea, estará evolucionando.
Paciencia
Evolucionar requiere primero registrar, reconocer el lugar en el que estás ahora, con humildad y sinceridad. Sólo así podrás ver a donde queres llegar. También requiere de tiempo y paciencia.
El camino es lo más importante. Es muy normal que cuando queremos cambiar en algo, la obsesión por ver el resultado final nos invade de ansiedad. Abandonamos caminos en búsqueda de atajos. Perdemos tiempo en la búsqueda de fórmulas mágicas. El camino consiste en registrar y aprender, con paciencia respetando el tiempo, tus tiempos, el tiempo de lo que te rodea.
Si la vida nos cambia de cancha, si nos tira a un mar de caos, a lo desconocido, no te olvides que vamos a sobrevivir. Somos capaces de adaptarnos, siempre. Pero no pierdas de vista, que podemos ser dueños de ese cambio, diseñarlo, tomar la rienda, y con paciencia irnos a una mejor versión de nosotros mismos, y así evolucionar.