Dice la leyenda, que el Zorro en sus inicios no era ese tipo fuerte que conocemos. No era hábil en sus movimientos ni en el manejo de su espada. Quizás no dominaba su caballo y seguro no era ese tipo ganador y seductor como lo recordamos.

Era más bien lo contrario. Un tipo cuya ansiedad por corregir los males del mundo lo hacía algo torpe. Esta torpeza lo tenía en una constante frustración. Cercano a la bebida, la mala vida y la queja constante, el zorro cambia su vida cuando conoce a su gran maestro Don Diego de La Vega.

Don Diego, no le enseña a Alejandro a combatir a los villanos, sino a ocuparse de sí mismo. Dibuja a su alrededor un pequeño círculo, y le propone olvidarse por un momento de todo aquello que quiere dominar y que se encuentre por fuera del círculo. Ahora este pequeño círculo es todo, es su universo, lo único que importa: “No hay nada fuera de él” propone el maestro. Una invitación a ocuparse de sí mismo, de mejorar su versión. Cada mejora, cada avance y progreso en sus habilidades, lo acercará cada vez más a su propio ser, al dominio de sí mismo, a la mejora de sus habilidades, y así entregarle al entorno su mejor versión.

Todos somos el zorro

Soy un gran fan de esta historia. Es que en algún momento todos somos el Zorro en su versión inicial. Algo desdibujados, a veces tenemos entornos que queremos controlar como sea. A todos nos frustran cosas que suceden a nuestro lado. Caemos en la queja, en el reclamo constante, en la frustración y nos postergamos a nosotros mismos, que es en definitiva donde mejor podemos operar.

No se trata de lo que nos sucede alrededor, sino cómo nos relacionamos con eso. Y la forma en que nos relacionamos dependerá linealmente de cómo nos agarra parados, en cómo estamos nosotros. Dominate a vos mismo, y verás como dominarás la forma en la que te relacionas con el entorno.

Perdón por la insistencia con el deporte, pero muchas veces tiene alguna lección de vida dando vueltas. En esta ocasión me refiero a las veces que la dificultad de la competencia nos encuentra caídos trabados en el lamento, en la comparación, mirando de reojo al de al lado, espiando al que tenemos en frente, buscando el error de quien arbitra. Son un sinfín de postergación de nosotros mismos. Lo mismo en nuestro trabajo, en nuestros desafíos personales.

Escuche a grandes entrenadores hablar del M2 (metro cuadrado) y la invitación a prepararse para dominarlo. Algo así como “ocupate de lo tuyo”. Tiene sentido, si cada uno hace lo mismo, el equipo va a funcionar como buen sistema que es. Tu metro cuadrado sos vos, solo vos, tu físico, tu destreza, tu emoción, tu rol, tu persona entera inmersa en algo más grande. Nuestro propio círculo y el dominio de nosotros mismos

Nuestro círculo

Lo que sigue es una resumida interpretación personal del cruce de algunos conceptos y autores que me gusta seguir.

Nuestro propio círculo del zorro, puede ser una acumulación de elementos fundamentales que nos hacen a nosotros mismos, que se retroalimentan entre sí y nos ayudan a operar en nuestro entorno. Una buena administración de estos recursos, para lo que no se requiere ningún talento, nos provee del equilibrio adecuado de energía para desempeñarnos. Veamos cuales son:

Cuerpo/físico

Es la carrocería en la que vivimos. La resistencia, la fuerza, como también el descanso, la alimentación adecuada, hace a un todo que te permite estar saludable y en forma para lo que querés hacer. Si el cuerpo es una carrocería, es donde debemos estar bien para la carrera que queremos correr. Y no hablamos de estética como vemos en las redes sociales. Es algo más simple, es el bienestar, el sentirse cómodo, estar ok cuando lo sentís, cuando lo ves.

¿Estás cómodo físicamente? 

¿Qué haces para sentirte más saludable?

¿Tus alimentos le hacen bien a tu carrocería? 

Un buen trato y cuidado de tu cuerpo impacta en forma directa en tu desempeño en general, no importa cual sea tu trabajo o tarea, o lo que quieras llevar adelante.

Emoción

Somos seres emocionales. No existe aquel que “no tiene emociones”. Y el punto aquí no se trata de manipularlas, se trata más bien de reconocerlas. La capacidad de reconocer tus propias emociones es una destreza sorprendente y poderosa. Negarlas te aleja de esta destreza. Observar vivencias y experiencias emocionales anteriores te permitirá prepararte ante diferentes futuros escenarios.

¿Qué capacidad de reconocer emociones tenes?

¿Cuántas veces las compartís con tu entorno?

Una forma de entrenar es ser paciente con lo que te pasa, un loop de reconocer y aceptar. Cruzarla con el entorno (escenarios, personas, situaciones, eventos) y poner una mirada curiosa en cómo te sentís en cada entorno. Si logras reconocerlas, en el cuerpo, en tu voz, en tu sentir, una gran ayuda es transmitirlas, compartirlas. Permite atesorar y aprender.

Lenguaje

En todas sus versiones (verbal, corporal, y el mismo silencio) es el medio fundamental por el que nos relacionamos con el resto. Y también con nosotros mismos. Dará nuestra primera identidad cada vez que nos presentamos. Crea realidades al intercambiarlo con los demás, y el mal uso puede condicionar futuros. Cuando lo aplicamos en nuestra propia cabeza, también posibilita o condiciona. Las conversaciones y el lenguaje a nosotros mismos, cómo nos tratamos.

¿Estas prestando atención a tu lenguaje mientras conversas con los demás? 

¿Cómo te hablas a vos mismo?

¿Qué dice tu cuerpo cuando te movés? 

Son muchos los elementos que hacen al lenguaje. Hablar con propiedad. Saber preguntar. Saber escuchar. Evitar la ironía, el sarcasmo, ayuda a la claridad y a la eficiencia de la comunicación. Así como se practica y se mejoran cosas como tocar el piano, jugar al tenis, o lo que fuera, el lenguaje también se puede entrenar. Grabadores, espejos, filmaciones, son excelentes herramientas para escucharte, aprender y mejorar.

Mente

Seguro que aquello que quieres mejorar requiere de una mejor respuesta mental. La mente es un dispositivo elástico que también se entrena. Para adquirir conocimiento y desarrollar la capacidad de responder en determinados escenarios.

¿Dedicas tiempo a aprender cosas nuevas? 

¿Guardas tiempo a descansar “la cabeza” sin hacer absolutamente nada? 

Me gusta pensar que mantenerla activa es ponerla a prueba con nuevos conocimientos.

Al igual que el cuerpo y los músculos, descansar la mente es fundamental. Es ponerla en blanco de vez en cuando, cerrar los ojos, sin hacer ni pensar en nada en particular. El mindfulness es una gran herramienta en este sentido. Y la super recomiendo.

Espíritu

Sin ser algo exclusivo de cuestiones religiosas (aunque las religiones lo tienen muy bien resuelto) lo pondremos en el sentido de futuro y el porqué de las cosas. La búsqueda de respuestas es una condición del ser humano. En estás líneas te invito a mirarlo como la conexión con un propósito, con algo más grande que vos mismo.

¿Para qué o por qué haces lo que estás haciendo?

¿Logras encontrar algo más grande que vos mismo en el por qué de tus acciones? 

Alcanzar terrenos que inspiran y que son más grandes que uno mismo, ayuda mucho a mantener un espíritu encendido. Logra motivar tu día a día.

Autoevaluación y acción

El primer gran desafío es reconocer nuestro círculo actual. Luego enfocarse en la acción con pequeños objetivos, que se puedan medir y seguir.

De 1 a 4 ¿Cómo me siento a nivel cuerpo, mente, espíritu, uso de tu lenguaje, emocionalmente? ¿Qué me falta para estar en 4? (1 es MUY MAL, 4 es EXCELENTE)

El círculo que el zorro domina es mínimo, dominar ese pequeño espacio le permite moverse mejor en entornos más grandes. Empezar de a poco es fundamental. Perfeccionar lo simple, repetirlo. Ser amo y dominador del pequeño espacio que tiene que ver con vos mismo es la forma de agrandar tu círculo. Concentrarse en uno mismo, estar cómodo en tu metro cuadrado sin duda mejora tu relación con el entorno. Si lo practicas es probable que te encuentres haciendo cosas que antes creías imposible.